A la hora de visitar un país como la India se debe cambiar la mentalidad occidental que tenemos. Es un país de enormes proporciones, ruidoso y colorido, donde se puede llegar con facilidad a los lugares, pero siempre con más lentitud de la prevista. Lo recomendable es poder viajar un par de semanas para hacerse una idea de la belleza y los distintos tesoros que se encuentran.
La capital de la India es una enorme ciudad por la que no es complicado moverse y que contiene las ventajas del mundo moderno, distintas opciones de transporte público y un innumerable abanico de monumentos y lugares a visitar como Akshardham, el Fuerte rojo de Delhi, Qutab minar, la Tumba de Humayun… Sería una pena visitar un país como la India y quedarse en su capital, pero Nueva Delhi no se acaba nunca.
Uno de los estados más famosos del país, situado en la costa sudoeste del país y con un gran abanico de playas tropicales, pero también selvas. Uno de los detalles más interesantes está en la variedad de religiones que conviven y los preciosos templos que suelen tener, desde templos hindúes a iglesias, mezquitas o sinagogas… La gente suele ser amable y está acostumbrada a los turistas.
Antiguamente fue la capital del Imperio Vijayanagar y a día de hoy sus ruinas son Patrimonio Mundial de la Unesco. Los impresionantes yacimientos y al ruinas no desmerecen al paisaje de los alrededores, llenos de montañas, boscaje y animales salvajes.
Si nuestro deseo es relajarnos, Goa es el mejor destino. Un lugar lleno de hippies, con mercados, fiesta en la playa, paradisiacos entornos y cabañas, a la altura de playa e, incluso, en palmeras. Es un lugar al que ir en busca de descanso y donde encontraremos un entorno de lo más occidental y accesible.